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14 de jul. 2008

Una història que no coneixia

Diari SPORT 14/07/08
Javier regresó a la ruta del Tour. El último ganador de Hautacam escaló ayer en el anonimato las cuestas que le dieron gloria y fama. Javier Otxoa cruzó ayer de nuevo la meta del Hautacam. Esta vez sin público e inmerso en sus recuerdos.
Reproches y grandes elogiosRiccardo Riccò logró su segunda victoria Evans arrojó su casco a un periodista Agustí Bernaus
Son las 10 de la mañana. Poco antes de llegar a la localidad de Arbouix se detiene un coche. Bajo un cielo encapotado sus ocupantes ponen a punto una bicicleta. Se hace mirar. Es de las caras. Con pasos inseguros monta sobre ella un discreto cicloturista. Lleva el maillot de Saunier Duval. No sin esfuerzo comienza a escalar los 15 km de un puerto mítico: Hautacam. En la ruta del Tour, como tantos otros, recibe los aplausos de los aficionados que, apostados en la carretera, animan a todos los que se atreven a enfrentarse con una de las cuestas más difíciles de los Pirineos. Es uno más entre cientos. Alguien le reconoce y le grita por su nombre: “¡Javier, venga, campeón!”. Las imágenes ponen la piel de gallina. Lentamente va dejando atrás a otros valientes. A 2 km de meta, las vallas cierran el paso de los cicloturistas que insisten en cruzar la línea de llegada. Un miembro de la organización les obliga a dar media vuelta. Aparece Javier. Se identifica. Hay un gesto de sorpresa y admiración en el responsable de seguridad. Abre las vallas. Le deja pasar. El, sí. El, puede. Cruza la meta. No hay nadie para recibirle. Ni megafonía, ni podio, ni azafatas. Nadie. Esta vez no se besa las manos, ni lleva una pulsera tibetana. No le persigue el voraz Lance Amstrong. Se da media vuelta y desaparece hacia el punto de partida. Ayer, ocho años después de conseguir una victoria histórica, Javier Otxoa regresó a la ruta del Tour.

Esta vez subió las cuestas con desniveles de hasta un diez por ciento utilizando un 39x23: “Iba a mi ritmo y pasaba a la gente. La experiencia ha sido dura porque Hautacam no tiene ningún ‘descansillo’, pero ha valido la pena”, contaba Javier a este periódico. Reconocía que “lo más bonito ha sido que la gente se siga acordando de mí. Me reconocían y me iban diciendo cosas”.

Le gustaría poder recordar aquel 10 de julio del 2000, cuando bajo una pertinaz lluvia que fue diluyendo los colores de Kelme se escapó del pelotón. Era su primer Tour y la primera etapa de alta montaña. Le hubiera gustado acordarse del temible recorrido que superó gracias a su pundonor e ilusión. Tenía 25 años. Coronó el Marie Blanque con 14’20 de ventaja y el Aubisque, con 11’35. Le hubiera gustado sentir la emoción de un Armstrong furioso, en busca del maillot amarillo, destrozando a sus rivales y recortando segundos y minutos mientras cientos de aficionados se volcaban con el ciclista de Berango que intentaba culminar una gesta prácticamente imposible. Cuando llegó a la cima no tenía fuerzas. Estaba machacado por el frío, la lluvia y la distancia. Por cada pedalada suya, Armstrong daba tres. Y aún así, ganó por 42”. Entró en la leyenda pero “no me acuerdo de nada”, reconocía. “¿Tú estabas allí?”, pregunta. “Si, Javier, allí estaba”.

“Bueno, parece que fue un día muy emocionante”, dice. María, su madre, que le acompaña en su regreso al Tour, le grabó en vídeo aquella etapa para que siempre la tenga presente. Aquellos momentos de gloria se los arrebataron el 15 de febrero del año siguiente, cuando entrenaba en una carretera de Málaga.

3 comentaris:

NEMO ha dit...

Que maco recorda aquella etapa. Llàstima de les putades q te la carretyera i els seus indisciplinats q han fet q Javier hagi quedat malmés.

Mirat el correu q t'enviat.

Salut

karli ha dit...

Recordo el dia de l'accident amb el seu germà com si fos avui...sempre que sento parlar d'aquest crack se'm possa la pell de gallina i no puc evitar maleir als desgraciats inconcients que hi ha per les carreteres!!!
Hem de quedar per veurens a Bcn!!

Mariona ha dit...

David, gràcies pel correu.

Karli, ja quedarem! :-)