Pereiro, como todos sus compañeros vive una auténtica paranoia
A los profesionales ya no se les exige sólo buenas piernas. También deben asistir a cursos de informática para superar el protocolo antidopaje.
Los nuevos que han llegado al pelotón profesional se echan las manos a la cabeza. “Dios mío, yo dejé los estudios para ser ciclista y ahora me piden informática”, se lamenta un Xacobeo-Galicia. A su lado un veterano intenta enseñarle los pasos que debe dar a través de la página de la UCI en internet para acceder al programa A.D.A.M.S. Cada ciclista tiene asignado un código que le abre la puerta de un sistema que lucha contra el dopaje. Pero en su tercer año han cambiado tantas cosas del programa que la mayoría de los ciclistas se han quedado ‘atascados’ en la introducción de datos para estar localizables las 24 horas del día. Los cursillos en vísperas de la Challenge Volta a Mallorca de un informático de la UCI sirven para desbloquear la situación, pero no cambian la paranoia en la que viven inmersos los profesionales. “Yo ya tengo 31 años pero compadezco a los que empiezan ahora. De entrada tienen que comprarse un ordenador para ser ciclista”, comenta Oscar Pereiro, ganador del Tour 2006. Y de salida se les pide una enorme exactitud en sus datos de localización “o de lo contrario se bloquea el envío”. El protocolo exige que cada corredor esté localizable en casa una hora al día por si se presentan los inspectores médicos para hacer un control antidopaje por sorpresa. Pereiro se ha elegido entre las 8 y las 9 de la mañana, “que es cuando estoy entrenando”. Fuera de esa hora, si su teléfono móvil no responde o está desconectado ya no habrá amonestación. Esa es la teoría. La práctica es que en diciembre del año pasado a Pereiro se le presentaron en casa a las 9 de la noche. Para cualquier cambio de emergencia el ciclista debe recurrir de nuevo al ordenador o a un teléfono específico. En competición, los equipos introducen los datos de los hoteles en donde se encuentran alojados con el mismo fin, tener siempre localizado al ciclista. Cuando uno se cae o queda indispuesto, de nuevo al ordenador. A veces se producen ‘pifias’ como la que le ocurrió a Valverde, que estaba disputando el Dauphinè y en la cuarta etapa llegaron los inspectores médicos...a su casa de Murcia. Pereiro, como la mayoría, están hartos de tantas exigencias: “Lo único que hacen es complicarnos la vida. Preferiría que nos pusieran un chip en una pulsera para tenernos controlados antes que tener que pasar por todo esto”. El ‘rebote’ que llevan este año todos es notable ya que además se les niega el derecho a conocer los parámetros del perfil biológico por el que podrán ser suspendidos: “Esos perfiles, tras seis análisis, son secretos. No tenemos derecho a saber por qué se nos sanciona. Así que estamos indefensos”.7.000 euros por cada corredorLos equipos ProTour deben abonar 7.000 euros por cada corredor de su plantilla para confeccionar el pasaporte biológico que exige la UCI para poder participar en el Tour, Giro o Vuelta. Los equipos continentales profesionales que quieran participar en el calendario mundial deben de contar con una licencia ‘wild car’ –60.000 euros– que exige el cumplimiento de unos requisitos basados en la ética y los resultados. Pero correr el Giro o la Vuelta significa pagar por los pasaportes.
A los profesionales ya no se les exige sólo buenas piernas. También deben asistir a cursos de informática para superar el protocolo antidopaje.
Los nuevos que han llegado al pelotón profesional se echan las manos a la cabeza. “Dios mío, yo dejé los estudios para ser ciclista y ahora me piden informática”, se lamenta un Xacobeo-Galicia. A su lado un veterano intenta enseñarle los pasos que debe dar a través de la página de la UCI en internet para acceder al programa A.D.A.M.S. Cada ciclista tiene asignado un código que le abre la puerta de un sistema que lucha contra el dopaje. Pero en su tercer año han cambiado tantas cosas del programa que la mayoría de los ciclistas se han quedado ‘atascados’ en la introducción de datos para estar localizables las 24 horas del día. Los cursillos en vísperas de la Challenge Volta a Mallorca de un informático de la UCI sirven para desbloquear la situación, pero no cambian la paranoia en la que viven inmersos los profesionales. “Yo ya tengo 31 años pero compadezco a los que empiezan ahora. De entrada tienen que comprarse un ordenador para ser ciclista”, comenta Oscar Pereiro, ganador del Tour 2006. Y de salida se les pide una enorme exactitud en sus datos de localización “o de lo contrario se bloquea el envío”. El protocolo exige que cada corredor esté localizable en casa una hora al día por si se presentan los inspectores médicos para hacer un control antidopaje por sorpresa. Pereiro se ha elegido entre las 8 y las 9 de la mañana, “que es cuando estoy entrenando”. Fuera de esa hora, si su teléfono móvil no responde o está desconectado ya no habrá amonestación. Esa es la teoría. La práctica es que en diciembre del año pasado a Pereiro se le presentaron en casa a las 9 de la noche. Para cualquier cambio de emergencia el ciclista debe recurrir de nuevo al ordenador o a un teléfono específico. En competición, los equipos introducen los datos de los hoteles en donde se encuentran alojados con el mismo fin, tener siempre localizado al ciclista. Cuando uno se cae o queda indispuesto, de nuevo al ordenador. A veces se producen ‘pifias’ como la que le ocurrió a Valverde, que estaba disputando el Dauphinè y en la cuarta etapa llegaron los inspectores médicos...a su casa de Murcia. Pereiro, como la mayoría, están hartos de tantas exigencias: “Lo único que hacen es complicarnos la vida. Preferiría que nos pusieran un chip en una pulsera para tenernos controlados antes que tener que pasar por todo esto”. El ‘rebote’ que llevan este año todos es notable ya que además se les niega el derecho a conocer los parámetros del perfil biológico por el que podrán ser suspendidos: “Esos perfiles, tras seis análisis, son secretos. No tenemos derecho a saber por qué se nos sanciona. Así que estamos indefensos”.7.000 euros por cada corredorLos equipos ProTour deben abonar 7.000 euros por cada corredor de su plantilla para confeccionar el pasaporte biológico que exige la UCI para poder participar en el Tour, Giro o Vuelta. Los equipos continentales profesionales que quieran participar en el calendario mundial deben de contar con una licencia ‘wild car’ –60.000 euros– que exige el cumplimiento de unos requisitos basados en la ética y los resultados. Pero correr el Giro o la Vuelta significa pagar por los pasaportes.
2 comentaris:
He sido ciclista y entreno a algunos de ellos y me parece una vergüenza todo lo que están haciendo con ellos. Estoy deacuerdo con que hay que controlar a los deportistas de élite por temas de doping pero de ahí a que tengan que estar con tanta burocracia y controlados en todo momento eso es otra historia. Es decir, esta gete no tiene derecho a la intimidad porque claro tienen que saber en la UCI donde están en cada momento, de pena
Esto debería de hacerse a todos a los futbolistas, a los atletas, a los nadadores, a los que tiran con arco, ...... a todos ya que en todos lo deportes hay tramposos. Y aunque se que soy muy radical, al que pillén de por vida fuera de la competición. Que cuando uno de positivo en un deporte no pueda competir en otros como ha pasado en el tri que algunos dopados en ciclismo se pasan a nuestro deporte, .... en fin que se luche de otra manera
Seguint el fil del que comenteu, sense anar més lluny el Rafa Nadal comentava el següent l'altre dia:
"Es una falta de respeto a la privacidad", dijo Nadal. "Es una desgracia, sobre todo sabiendo como es nuestro deporte".
Nadal furioso agregó, "Ni siquiera mi madre y mi tio saben a veces donde estoy, así que mandar un mensaje o estar asustado todo el día por un cambio de planes de última hora, me parece una exageración".
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